El gozo y la felicidad parecieran ser similares, pero la realidad es que, son bastante diferentes. La felicidad es un sentimiento, y es producto del mundo, de las cosas materiales, de los hechos o momentos que vienen y van a lo largo de toda la vida, podemos en resumen decir que la vida es circunstancial.
La diversión nos trae felicidad. Alcanzar una meta nos trae felicidad. La felicidad en el mundo es circunstancial, y depende en gran medida de las cosas materiales. De otro lado, el gozo es un estado de plenitud que implica estabilidad en tu forma de ser, es decir, sabemos que las circunstancias en el mundo son cambiantes, y que tal vez no sean las mejores, o las que quisieras que estuvieran en tu vida, pero, puedes confiar en que van a cambiar positivamente en el nombre de Jesús, es decir, sin importar las circunstancias que se presenten en tu vida, el gozo te ayuda a mantener la alegría a pesar de las diferentes situaciones.
Los sentimientos pueden cambiar debido a cualquier circunstancia, mientras que el gozo, al ser el fruto del espíritu santo como lo dice en Gálatas 5 :22, produce paz, seguridad, estabilidad y confianza.
El gozo es relacional, la felicidad es circunstancial
El gozo es producto de una estrecha comunión con Dios, es un estado permanente de paz y tranquilidad, de confianza en el Señor. Gozarte en el Señor es algo que realmente te llena, que te puede dar una paz que sobrepasa el entendimiento de nosotros.
Gozarse no depende de lo que tienes sino de lo que eres. Vivir en gozo es disfrutar de lo que se tiene mientras que se consigue lo que se quiere. El gozo es permanente y no circunstancial, no se puede medir, ver ni tocar, ¡pero se siente cuanto estás en la presencia de Dios!