¿Te gustan las frutas? ¡Seguramente sí!  Todas y cada una de ellas son diferentes, y se sienten muy distintas en tu boca. Algunas son crocantes, otras son blandas, hay algunas que son jugosas, y otras no tanto.

La biblia te habla sobre los frutos, estos también son magníficos, pero son un poco diferentes a las frutas que comemos. El fruto del espíritu es un tanto como la fruta real, son diferentes y cada uno de ellos es especial y distinto.

Estos frutos tienen nombres diferentes.  Así como cada fruta tiene un nombre: pera, piña, manzana, fresa, etc. Los frutos del espíritu tienen distintos nombres: Amor, gozo, paz, mansedumbre, paciencia templanza benignidad y bondad.

Cada uno de ellos es diferente, cada uno se siente distinto cuando llega a ti.

Los frutos del Espíritu Santo son un Regalos de Dios para ti

Los frutos del Espíritu Santo son un Regalos de Dios para ti

Dios es el padre de todos nosotros, y él te regaló estos frutos, depositándolos en tu alma desde que naciste. Pero tú debes tomarlos de este árbol que está en tu interior, para poder saborearlos y disfrutar de ellos.

El amor es uno de esos frutos. Lo sientes cuando tu madre te abraza, cuando viste por primera vez a tu mascota, cuando ves la sonrisa de tu abuelita. Cuando tienes esa sensación de gran felicidad es el gozo, cuando te portas bien en casa, allí está presente la bondad.

Si haces caso a tus padres, está presente la mansedumbre, aunque te parezcan nombres muy extraños, cada uno tiene un sentimiento diferente en ti.

La paciencia, por ejemplo, es cuando tienes que esperar hasta diciembre para tener tu regalo de Navidad, o si tienes que esperar para ir al parque.  Entre mejor te comportes ¡más fuertes y grandes serán los frutos del espíritu que Dios dejó en tu alma!