Durante los años anteriores a la llegada de Cristo, había una forma especial y metódica para orar en las fiestas judías, y, en Mateo 6: 9-13 encontramos la oración modelo, El padre nuestro, que ha sido memorizado por muchas personas a lo largo de la historia y en todo el ancho mundo, para conectarnos, de algún modo con Dios, sin embargo, Jesús nunca indicó que estas exactas palabras eran por sí mismas la única oración, sino que al orar podía utilizarse este modelo de la siguiente manera:

padre nuestro

Padre nuestro

 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.

 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

La importancia de orar

La oración se puede cerrar con un Amén, o también con un Así sea, ya que ambas expresiones son sinónimos.

Lo más importante al orar es que realmente esta petición nazca de tu alma, y seguramente, será escuchada por Dios.